“HE BUSCADO CREAR UN AMBIENTE DE BELLEZA SONORA, PROPICIO PARA EL DIÁLOGO CON DIOS”: JUAN ANTONIO CUÉLLAR

Viernes, 13 de octubre de 2023

“HE BUSCADO CREAR UN AMBIENTE DE BELLEZA SONORA, PROPICIO PARA EL DIÁLOGO CON DIOS”:
JUAN ANTONIO CUÉLLAR

No hay mejor forma de rendir homenaje a aquellos que han cruzado el umbral de la vida, que la armonía de un coro celestial, acompañado de solistas que desafían el abismo y una orquesta que palpita en sincronía. El pasado 8 de octubre se estrenó mundialmente el Réquiem de Juan Antonio Cuellar en la Catedral Primada de Bogotá, una obra maestra que sobresale en lo coral y la estructura musical. La pericia técnica y la destreza creativa del compositor colombiano plasmada en esta obra, verdaderamente conduce a una reflexión sobre la complejidad de la existencia humana y su profunda relación con la muerte. Quiénes tuvimos el privilegio de asistir a la primicia de su Réquiem, no sólo fuimos testigos de un momento de consagración del maestro Cuellar, que se erige como el pináculo en su carrera musical, sino que tuvimos el honor de oír por primera vez una obra que sin duda trascenderá en el tiempo y el espacio.

Juan Antonio Cuéllar, eminente compositor colombiano, es el director general tanto de la Orquesta Sinfónica Nacional como de la Asociación Sinfónica Nacional de Colombia. Su sólida formación académica incluye la obtención de una maestría y un doctorado en composición de la Universidad de Indiana, logrando así incontables distinciones en su trayectoria, tales como el Premio Nacional de Composición y el Premio Fullbright a la Excelencia. Su obra musical ha cautivado múltiples públicos, trascendiendo fronteras y siendo elogiado por diversas orquestas y conjuntos a nivel internacional. Cabe destacar su encargo para la creación de la música destinada a la misa «Un Canto Nuevo» durante la, visita del Papa Francisco a Bogotá en 2017. Asimismo, su influyente labor se extiende a un abanico diverso de instituciones y proyectos musicales, desde su destacado liderazgo en la Fundación Nacional Batuta hasta su valiosa asesoría en la Fundación Azteca en México y la Fundación Bolívar Davivienda en Colombia.

En la siguiente entrevista, el maestro Juan Antonio Cuellar nos comparte algunos detalles sobre el proceso de creación de su Réquiem, su trayectoria profesional y su vida.

Como compositor, se ha destacado por su estilo musical único y su habilidad para fusionar elementos tradicionales de la música colombiana con la música clásica contemporánea tradicional. Usted incorpora elementos modernos y contemporáneos, pero sin adentrarse en técnicas radicalmente experimentales, ¿cómo hace para innovar salvaguardando las convenciones estilísticas?

J.A.C.: Mi voz como compositor es la suma de muchas influencias, experiencias y reflexiones musicales que me han acompañado durante toda mi vida. Las afinidades, las obras que han dejado huella en mí y las ideas que combinan esas experiencias son las que han ido forjando un lenguaje con el cual hoy se identifica mi obra. Sí he escrito obras en las que he experimentado o acudido a técnicas experimentales de otros compositores, pero siempre todo ha estado al servicio de la expresión de ideas y emociones. Para mí, innovar es combinar: juntar dos o tres elementos que pertenecen a universos diferentes, con el propósito de fortalecer una narrativa y lograr un discurso musical convincente y emocionante. Es fácil encontrar en mi música ingredientes de música clásica, de pop, de música colombiana, del impresionismo, de la obra de los más influyentes músicos del siglo XX, del musical, de la música contemporánea. A veces más de unos y menos o nada de otros.

Usted ha trabajado con músicos muy influyentes. Sabemos que la colaboración con otros artistas puede enriquecer enormemente el resultado final de una composición. ¿Puede hablarnos sobre alguna colaboración que haya sido especialmente significativa para usted?

J.A.C: Hay colaboraciones que me han marcado. Algunas de ellas han sido: con Andrés Orozco-Estrada a quien admiro profundamente, para el estreno de “Fanfarrias y Lamentos”, con mi gran amigo el productor y compositor Julio Reyes-Copello en múltiples proyectos de música popular o música para cine y en la producción discográfica de “Un Canto Nuevo”; con el maestro Luis Torres Zuleta, justamente para la creación de esa misma música que acompañó la liturgia del Papa Francisco en Bogotá; con el maravilloso Lincoln Trio, para la premiere de la obra “Conversaciones”, o con mi querida y admirada violinista Angélica Gamez, de la Sinfónica Nacional, para la obra “Ritual” para violín solo. Siempre la colaboración ha sido determinante para el resultado de obras muy especiales:  la interacción con los intérpretes, con colegas compositores y con otros artistas, es muy enriquecedora porque inspira, alimenta y retroalimenta el proceso creativo.

Aparte de dirigir la Asociación Nacional de Música Sinfónica, que incluye la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, el Coro Nacional y la Banda Sinfónica Nacional, y de ser un destacado compositor de música académica; usted ha liderado procesos musicales transformadores que han fomentado la inclusión social y el desarrollo artístico en el país, explíquenos un poco, ¿en qué forma la música impacta a positivamente a las sociedades que han padecido violencia y exclusión?

JAC: Desde mi paso por la Fundación Nacional Batuta y quizá desde antes, he sido cada vez más consciente del poder transformador que tiene la música. En 2014, después de Batuta, me vinculé con un programa que lidera la Fundación Azteca en Mexico, que se llama “Esperanza Azteca”  y que se fundamenta en la formación en valores y desarrollo de capacidades a través de una dedicación intensa, disciplinada y bien orientada a tocar un instrumento sinfónico en una orquesta o ejercitar el canto coral. He visto cómo estos niños y jóvenes, la mayoría de ellos de sectores muy vulnerables, forjan su carácter, desarrollan capacidades, mejoran su autoestima e inclusive, su desempeño escolar, en espacios de protección, de colaboración, fraternidad y búsqueda de la excelencia.

Miles de niñas, niños y jóvenes han sido tocados para siempre por la música en estos programas, y, independientemente de la decisión de desempeño profesional que tomen, serán siempre mejores seres humanos gracias al desarrollo sofisticado de su sensibilidad y a los valores y capacidades para la vida que la práctica musical cultivó en ellos.

¿Su relación personal con la espiritualidad ha influenciado su proceso creativo?

J.A.C: Para mi, la composición es una forma profunda y directa de espiritualidad. Creo que en la búsqueda permanente e introspectiva de la belleza y de la expresión más sincera de la emoción, está el acceso a un nivel de trascendencia que realmente está en el terreno de Dios. A veces siento que no compongo. Siento que más bien transcribo una música que ya existe y de la cual yo me percato y voy develando en esos momentos de búsqueda y reflexión.

El Festival de Música Sacra de Bogotá le comisionó la composición de un réquiem, cuyo estreno se llevó a cabo el pasado 8 de octubre en la Catedral Primada de Bogotá.  La composición de un réquiem es un desafío artístico y emocional significativo, ya que aborda temas profundos relacionados con la muerte y la trascendencia. Maestro Cuellar, cuéntenos, por favor, acerca del proceso de composición de esta obra que a todos cautivó.

J.A.C.: En primer lugar, quiero expresar mi gratitud al Festival y a su Patronato por darme la oportunidad única de escribir esta obra que ha sido transformadora para mí y espero lo sea para quienes la escuchen. A lo largo del proceso compositivo me enfrenté a la difícil reflexión sobre la muerte y su inminencia, y también sobre su significado cristiano. También me confronté con las emociones que suscita la idea de la partida de un ser querido. Por eso, con la comisión de este Réquiem decidí emprender un camino que quiso desde el inicio expresar con sencillez y de forma clara, un mensaje de amor, de agradecimiento por la vida, de perdón y de esperanza.

Esta música fue concebida para acompañar a quienes sufren la pérdida de alguien a quien han amado. Por eso, es música que respeta ese estado, y pretende exaltar en él su valor espiritual. He buscado, con muchos elementos de la tradición musical tonal que heredamos del barroco, el clasicismo y el romanticismo, crear un ambiente de belleza sonora, propicio para el diálogo con Dios en la oración o simplemente para la contemplación y la aceptación. Por eso, espero que la obra pueda cumplir su cometido en todas las ocasiones en las que se presente.

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